ALLARIZ
“Ponme un poema”, así titulan el festival de poesía que todos los años celebran en la villa de Allariz y ya van por XI edición. Un recitado por bares que acaba con un gran concierto foliada. Y si, a su sabor medieval, le añadimos el Festival Internacional de Jardines, con su XIV edición, podemos decir que es cierto que en Allariz “la poesía anda por las calles”. Porque poesía y arte son también las piedras centenarias de sus iglesias románicas. Cuatro parroquias que hablan de la importancia que tuvo la villa en siglos pasados. La de Santiago, la mas importante y la mas hermosa, con su ábside semicircular, sus capiteles que nos cuentan la lucha entre el bien y el mal, las arquivoltas de sus portadas con influencia zamorana…
Su festival poético ya había sido celebrado cuando las viajeras recalan hoy en esta villa, dentro del programa “Envellecemento Activo” del Concello de Vigo, dispuestas a disfrutar de su sabor y su legado histórico. Iniciamos el recorrido por el magnifico paseo a orillas del río Arnoya donde, en otro tiempo, dominaban las fabricas de lino y de curtidos de cuero. Ahora es zona de ocio, deporte y gastronomía. Allí nos encontramos, inmortalizado en piedra, el “boi”, con sus grandes cuernos. Según la leyenda, este animal recuerda las peleas entre judíos y cristianos, en la Edad Media, con motivo de la Procesión del Corpus que atravesaba el barrio judío. Ante la oposición de estos, un vecino (Xan de Arzúa) decidió ir delante de la procesión, montado en un buey que abría camino con sus cuernos, sin muchos miramientos. Y así se acabó el problema. Tras etapas de prohibición, en la actualidad es la fiesta mas importante de Allariz y se celebra la semana siguiente al Corpus.
Cruzamos el rio por el puente románico de dos ojos que fue Camino Real, y paso hacia Compostela de los peregrinos que llegaban por la Ruta de la Plata. Desde aquí ya todo son calles empinadas que todavía conservan las viejas losas de piedra de su pavimento, calles salpicadas de palacios y casonas, que asoman sus imponentes balconadas pétreas. Llegamos a la Plaza Mayor, situada entre la iglesia de Santiago y el Concello, una plaza pequeña y llena de terrazas. En un lateral, se sitúa un edificio llamado “La Peneira” que fue un antiguo monte de piedad e institución de crédito agrícola, que funcionó entre los siglos XV y XVIII. Seguimos subiendo por calles con gran actividad comercial. Aquí nos encontramos bares y restaurantes y las tiendas “outlet” de grandes firmas de ropa y complementos que atraen visitantes y forman parte de la actividad económica que ha devuelto la prosperidad a este lugar. En una librería de segunda mano, podemos encontrar alguna curiosidad o libros ya descatalogados. Pequeños museos, como el de la moda, el cuero o los juguetes, tienen un papel destacado en la vida cultural de la villa.
Seguimos nuestro recorrido hasta la plaza A Barreira, donde se encuentra el Monasterio de Santa Clara, fundado en el SXIII por Dª Violante de Aragón al enviudar del Rey Alfonso X. Este rey pasó los años de su infancia en estas tierras donde aprendió la lengua gallega que luego utilizo en la composición de algunas de sus Cantigas. Un incendio destruyó gran parte del Monasterio que fue reconstruido en época barroca. Contiene un Museo de Arte Sacro, con piezas de gran valor, como la Virgen Abrideira. De este monasterio solo pudimos ver el exterior, porque al igual que la próxima iglesia de S Benito, ya estaban cerradas.
Un pequeño descanso, en el que algunas de las viajeras aprovecharon para abastecerse de almendrados y otras especialidades de repostería, antes de acercarnos al restaurante “Fogar dos maiores”, donde comimos.
La tarde nos lleva a Santa Mariña das Aguas Santas, una de las parroquias del Concello de Allariz. Como todo lugar histórico que se precie, tiene su leyenda medieval macabra y sangrienta. Mariña fue una joven educada en la fe cristiana por su nodriza. Por ello fue rechazada por su padre. Un general romano se enamoró de ella y le pidió que abjurase de su fe. Ante su negativa, la sometió a tortura, intentando ahogarla y quemarla, intentos de los que sale ilesa. Finalmente ordenó decapitarla. Dicen que donde cayó su cabeza, surtió un manantial. Y ahora tenemos la fuente de la santa, el baño de la santa, el horno de la santa… Por cierto, este horno era un crematorio romano.
Sa tumba se encuentra dentro de la iglesia, integrada en un camarín románico policromado en azules y con la imagen de la santa.
El templo, iniciado en el SXII, por la orden de S Agustín, fue entregado cien años mas tarde a la orden del Temple, que terminaron su construcción. De grandes dimensiones, tiene tres naves, con ábsides semicirculares. Tanto la cabecera como la fachada principal son bellísimas. Desde el S XIX, se convirtió en parroquia.
Actualmente solo se abre durante los actos del culto. Tuvimos suerte, en el momento de nuestra llegada, se estaba preparando para celebrar un funeral y pudimos ver el interior que no desmerece el exterior. Hablamos con el párroco, que nos dio alguna información sobre las imágenes y retablos.
Se acaba la jornada y tenemos que regresar a Vigo. Volvemos cansadas después de un día tan intenso, pero con la alegría de haber disfrutado de estar juntas y con muchas cosas que contar: leyendas, historia, arte, urbanismo…